El decir en una mirada, ojos que brillan y destellan. El tono de una voz, un discurso que duda y se quiebra. Tensión de un cuerpo, manos y pies que se agitan. Dedos llevados a la boca, uñas que se muerden y desgarran. Dedos que se entrecruzan y suenan, llenando sus chasquidos el silencio de lo todavía no dicho.
En los seres humanos, a nivel corporal, aquello que marca la frontera con el mundo exterior es la piel. Esta última muchas veces da muestras de algo que duele internamente, a partir de brotes y marcas porque eso no dicho se hace síntoma.
Además, existen otras “pieles” que se muestran día a día, y que conforman la vestimenta.
Las obligaciones cotidianas se transforman en una rutina, carrera por momentos vertiginosa, para llegar a cumplir con todas las demandas impuestas por el sistema que atraviesa la vida de cada ser humano.
Esto conduce a posicionarse ante las responsabilidades con una gran ansiedad, generando sobrecarga de tareas, y en algunos casos para “no pensar ni sentir”, por su excesivo grado de ocupación no se permite frenar, para alcanzar ese ideal de éxito.
Frente a diferentes situaciones, se intenta no perder el equilibrio. Pero frecuentemente alguien se encuentra, sin darse cuenta ni poder evitarlo, en la cornisa.
En esos momentos aparece la desesperación por intentar no caer. Aunque a veces, es tan fuerte la atracción hacia el vacío, que resulta irresistible una nueva caída.
Todo vínculo que se construye teniendo como cimiento una ilusión desmedida, sufrirá un “pasaje de la ilusión al abismo”: caída libre de intenso dolor emocional.
Algunas expresiones de pacientes en el consultorio:
“Al mes de conocernos estábamos conviviendo, iba todo tan bien, y de pronto no sé qué pasó. Sin ningún motivo evidente, la relación terminó, y ahora me siento terrible”.
“Con esa persona hablaba todos los días, nos escribíamos constantemente, hacíamos video llamadas, nos encontrábamos presencialmente cuando se podía. Y de pronto, de un momento a otro, desapareció, se esfumó”.
Es verdad que se vive en un mundo complicado, donde diversos problemas abundan.
Realidades sociales complejas y políticas devastadoras impactan en las personas, no dando respiro: en el ocaso de una pandemia… nace una guerra, sumado a las crisis económicas que no cesan y sumen al mundo en la pobreza.
Cada cual intenta hacer lo que puede ante estos atravesamientos, y con los conflictos cotidianos del diario vivir.
Se suele escuchar en consultorio, una tendencia en varios pacientes a percibir el problema del mundo exterior como terrible.