Los seres humanos se organizan desde tres categorías temporales: pasado, presente y futuro. Pero diversos factores internos impactan, alterando dicha organización cronológica.
“Del pasado al futuro”
Repeticiones inconscientes de un pasado se imponen, materializándose en cadenas de pensamientos que atrapan en un reiterado sufrimiento.
Cargas adicionales de un futuro poderoso con sus incertidumbres incontrolables, se suman a un doloroso pasado, aplastando el presente.
Asfixia del deseo y de todo disfrute posible.
“Tiempos pasados, ¿desaprovechados?”
No siempre es fácil significar el pasado, y “saber qué hacer” con esos recuerdos de carga emocional elevada.
Pensamientos se imponen, reiterándose una y otra vez, cobrando vida propia para molestar en el mundo interno.
“¿Y si lo hubiera hecho distinto?”. “Tuve la oportunidad, y la deje pasar”.
Estas expresiones responden a un insistente reproche, especie de tortura interna que deriva una y otra vez en la siguiente pregunta: “¿Cómo fue que no aproveche ese momento?”.
Tiempos perdidos, que ya no regresan: “Los tiempos de antes eran mejores”. “Lo que viví en este lugar fue increíble, este lugar ya no es el mismo”.
Nostalgias de tiempos pasados, sumen a la persona en lamentos, impidiendo que pueda visualizar, aprovechar y disfrutar las oportunidades de su presente.
Al decir de Borges: “Cuando uno extraña un lugar, lo que realmente extraña es la época que corresponde a ese lugar; no se extrañan los sitios, sino los tiempos”.
De esta manera, ni reproches de lo que pudo haber sido y no fue; ni nostalgia de lo que fue y ya no volverá a ser, conducen a un mundo interior saludable.
Esas oportunidades que no se supieron o pudieron aprovechar, dejan enseñanza para abordar de una forma diferente nuevas opciones que surjan en la vida cotidiana, desarmando el reproche, y transformándolo en una oportunidad del presente.
Y los recuerdos de un pasado mejor, de esa costosa nostalgia de “aquello que ya no es”, pueden resignificarse, siendo recuerdos que constituyen la historia de cada persona. Poseen el valor de construcción histórica de la subjetividad.
«Por las dudas: futuro incierto»
En ocasiones, el mundo exterior se muestra con cierta estabilidad, sin problemas de gravedad en tiempo presente. Pero en la mente se dibujan sin quererlo, pesos extras que no condicen en gravedad con las situaciones vividas.
Sensación de no control, fantasmas que se sienten reales y cobran entidad:
«Pienso una idea o proyecto, que ni siquiera se puso en marcha, pero por las dudas empiezo a imaginar posibles problemas y sufro».
Un estado de ansiedad acelera la mente, viviendo un constante futuro en el que se crean las películas más variadas, las cuales rara vez terminan concretándose. Costosa costumbre de hacerse problemas por las dudas.
Es importante no desesperar, dando apertura a un desafío.
Saber esperar para pensar, desear y sentir. Habilitarse a conocerse, dando lugar a un crecimiento interno que permita encontrarse.
Texto: Lic. Germán Rothstein.
Imágenes: Pixabay.
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