Las obligaciones cotidianas se transforman en una rutina, carrera por momentos furiosa, para llegar a cumplir con «todas las demandas» impuestas por el sistema.
Posicionarse ante las responsabilidades con gran ansiedad, generando sobrecarga de tareas, no estando permitido frenar, pensar o sentir, para alcanzar ese ideal de éxito.
Sigue leyendo