«Furiosa rutina»

Las obligaciones cotidianas se transforman en una rutina, carrera por momentos furiosa, para llegar a cumplir con «todas las demandas» impuestas por el sistema.

Posicionarse ante las responsabilidades con gran ansiedad, generando sobrecarga de tareas, no estando permitido frenar, pensar o sentir, para alcanzar ese ideal de éxito.

La vertiginosidad, como denominador común para cumplir con los objetivos propuestos, aumenta la tensión, conduciendo a un estado poco sano.

Bajarse del mundo

En esos momentos en que el mundo exterior se torna demasiado pesado, sintiéndose incoherente y complicado, el interior se agota y duele demasiado.

Fantasear con irse un rato del planeta, ¿será demasiado alocado?

Poderosos dueños de un sistema, mueven a su antojo los hilos del mercado.

Escenario enloquecedor impuesto y reproducido por los medios de comunicación, exceso de poder que se transmite a la velocidad de un virus.

Al decir de Luca Prodan, “la droga más poderosa es el poder”, inagotable adicción que se reproduce incesantemente en las grandes esferas sociales.

¿Existe alguna oportunidad para bajarse del mundo un rato y poder respirar?

Bocanada de oxígeno

Ante esta locura cotidiana, existen algunas vías de escape y oxigenación, como los espacios deportivos y artísticos que permiten disfrutar, conectando con el deseo y la libertad.

Otras formas de romper con la monotonía, que además traen consigo un agregado simbólico, son las celebraciones.

Celebrar-se

Festejos que hacen marca, siendo necesaria su huella: un cumpleaños (conmemoración del nacimiento de una persona), la obtención de algún título en diversas actividades (ya sea deportivo, académico), etc.

La necesidad de frenar para dar lugar a la conmemoración, reconociendo la importancia de una conquista, habilita el cierre de una etapa y el inicio de otra.

Generalmente se vive con tanto apuro, que muchas personas al estar por finalizar un proceso, no se permiten festejo alguno, y saltan rápidamente a pensar en el nuevo proceso que se inicia y en cómo llegar a cumplirlo.

A nivel interno, dar lugar al “ritual de celebración”, constituye una marca simbólica de un logro, un cierre que siembra la apertura a nuevos inicios.

Al fin y al cabo, en este gran libro de la vida, celebrar es celebrarse a uno mismo.

Texto: Lic. Germán Rothstein.

Imágenes: Pixabay.

Ilustración: Max Feito.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.