“¿Por qué el mundo no puede ser como quiero?”

En ocasiones, la fantasía de omnipotencia de acomodar el mundo al antojo de cada uno, se vuelve un capricho difícil de renunciar. Pero los atravesamientos de la realidad, se encargan de agujerear es falsa creencia.

“Deber-es  y sentir-es”

¿Deber ser o deber-se?

“Debo realizar esta tarea, no me gusta, no es mi deseo. ¿Por qué la tengo que hacer?”.

¿Sentir ser o sentir-se?

“Llevar a cabo este trabajo, ser lo más eficiente posible para lograr el tan ansiado y deseado éxito. ¿Por qué perder tiempo en los sentimientos y las emociones?

Ningún exceso es sano.

Ocuparse en extremo del “deber ser”, tiene como consecuencia deberse a sí mismo la posibilidad de sentir.

Así como apropiarse en exceso de sentimientos y placeres, genera estar en deuda con la posibilidad de cumplir ciertas reglas, desorganizándose el mundo interior.

Buscar un sano equilibrio entre el deber y el sentir, permite un crecimiento interno y una posible inserción en el mundo exterior.

“Rigidez o flexibilidad”

“Toda la vida hice el trabajo así, ¿por qué lo voy a modificar si siempre funcionó?”.

Patrones de repetición difíciles de cuestionar. Pero, ¿qué sucede cuando aparece un imprevisto?

Se intenta de alguna manera volver a las “soluciones conocidas”, padeciendo cuando algo “no encaja”. La rigidez, cuando se sacude, genera desesperación y tiende a quebrarse.

La contracara es la capacidad de acomodarse a lo no esperado, siendo la flexibilidad un signo de inteligencia ante los nuevos desafíos que el mundo plantea.

“Algo siempre falta”

“Luego de mucho tiempo y esfuerzo, logre ese objetivo tan deseado. Ahora que lo obtuve, me doy cuenta que no es tan maravilloso como imaginaba, algo me falta”.

Este discurso, atraviesa diferentes edades y contenidos, repitiéndose “algo siempre falta”. Tomando como referencia a Lacan, el significante faltante es constitutivo del sujeto; y a su vez, la falta es lo que ocasiona el surgimiento del deseo.

Es decir que para poder desear, siempre algo tiene que faltar.

¿Qué se hace con aquello que falta?

Es importante no caer en el lamento y sufrimiento, ya que es una vía directa a la frustración.

El ideal de completud (siendo todo como se imagina y espera) no existe, es del orden de la fantasía.

De esta manera, dar lugar a aquello que se carece, es una opción saludable. Transformando “la falta en motor del deseo”, motivación para creer y crecer.

Texto: Lic. Germán Rothstein.

Imágenes: Pixabay.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.