“Problemas magnificados, un mundo complicado”

Se vive en un mundo complicado, donde diversos problemas abundan.

Realidades sociales complejas y políticas devastadoras impactan en las personas, no dando respiro.

Cada cual intenta hacer lo que puede ante atravesamientos globales, que se suman a los conflictos cotidianos del diario vivir.

Se escucha en consultorio una tendencia a percibir el contexto como terrible, sin distinguir la magnitud de lo sucedido.

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«Oídos aturdidos»

Día a día cada persona está expuesta a diversos discursos y sonidos inevitables, que forman parte de una atmósfera que rodea y envuelve.

Ruidos de fondo, sordos compañeros de la vida cotidiana.

¿Cómo manejar esos ruidos no elegidos que invaden el mundo interior?

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“¿Qué miras cuando miras?”

En el desarrollo de la profesión, suelen preguntar:

¿Cómo hacen para escuchar tantas personas con problemas?”.

El psicólogo escucha diferente, abre preguntas sumergiéndose en la historia de cada paciente, invitando a mirarse desde otro lugar, habilitando la conexión con el deseo.

El discurso abre una puerta al mundo interior, sonando entre palabras un torbellino de dolores, confusiones, dudas, emociones y pasiones.

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“¿Grietas o libertad?”

¿Por qué se lucha a nivel social?

Si la injusticia atraviesa a los individuos, reaccionan con una emoción primitiva: ¡enojo!

Las reacciones y manifestaciones sociales por enojo, se muestran muy poderosas e intensas, pero cuesta sostenerlas en el tiempo.

La unión de grupos desde una causa basada en el enojo, hace proliferar situaciones de tensión y violencia.

Las movilizaciones sociales tienen “banderas de lucha”, que tienden a la identificación y cohesión.

¿Qué sucede si la identificación se suscita desde el enojo?

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“Historia de un equilibrista”

Un paciente de aproximadamente 30 años, al que llamare “B”, llega al consultorio por un motivo de consulta específico: duelo no elaborado por la muerte de su madre.

Desde lo racional se muestra muy inteligente al momento de tomar decisiones, logrando laboralmente un gran crecimiento, para el que parece no tener un techo.

En su adolescencia, su desborde interno lo conduce a adicciones y en ese ambiente rompe la ley en algunas ocasiones. Pero poco a poco, enfrenta y logra superar estos desbordes, quedando remitidos a dicha etapa de crecimiento.

 Sus dificultades se evidencian en la conexión con sus emociones.

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«En busca de…»

Es propio del ser humano encontrarse en “busca de…”.

El sujeto, como tal está sujetado a su propio deseo, y este deseo es el motor que lo empuja a seguir buscando.

Pero conectarse con el propio deseo no es tarea sencilla, porque muchas búsquedas se dirigen hacia rumbos desconocidos, con preguntas repetidas:

 «No sé qué quiero».

«Quiero intentarlo, pero no sé cuál es el camino».

¿Estará bien esto que elijo, y si luego me arrepiento?

La incertidumbre sobrevuela la mente a modo de infinitos interrogantes, sin respuestas certeras.

Y esa falta de certeza que se siente tan incómoda, es el cosquilleo que permite moverse para generar un cambio hacia el crecimiento.

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«Sonrisas disfrazadas»

En el mundo interno de cada persona circulan variadas emociones, con diferentes intensidades, según lo vivido.

Conectarse con esas intensidades emocionales y poder manifestarlas, constituye un gran desafío: “es de valientes animarse a sentir, y decir aquello que se siente”.

Pero no siempre que asoma una emoción, su expresión es acorde con lo sentido.

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«¿Cobardes o valientes: quiénes mienten?»

Existe una creencia popular: “es más fuerte quien menos siente”.

Esta convicción, va de la mano con un dicho arraigado en una cultura de tradición machista: “los hombres no lloran”. Absurda concepción de enseñar a contener el dolor, para ser “bien macho”, o no ser “menos hombre”.

Falacia de asociar “la fortaleza” al ser racional, la inteligencia a “tener la cabeza fuerte, sin dejarse invadir por el sentir”.

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«Ficciones: irresistibles tentaciones»

Cada persona en su cotidianeidad sostiene una rutina de compromisos y responsabilidades, que suele tornarse muy costosa.

Ante esto, se suelen buscar actividades o hobbies que funcionen a modo de espacios de desconexión.

Pequeños mundos, poderosas ficciones se vuelven tentadoras para el sujeto.

¿Qué hace a las ficciones tan convocantes y atrapantes?

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