“Y de pronto… pequeña crónica de una generación”

 

 

Este texto tiene como intención abrir interrogantes que permitan pensar acerca de la pertenencia a la generación de jóvenes nacidos en la década del 80, que estuvo marcada en sus diferentes etapas por complejos atravesamientos.

En los primeros años de vida, estos niños crecieron escuchando la bendición de la llegada de la democracia, sin entender demasiado de qué se trataba.

Mientras tanto, disfrutaban desplegando su creatividad y fantasía con sus juegos (tales como las escondidas, la mancha, rayuela, saltar a la soga), sus juguetes (soldaditos, muñecas, autitos, ladrillitos, etc.) o volando entre hadas con los relatos de algún cuento maravilloso. También, querían sentirse poderosos como los super héroes del momento, representados por los dibujos animados tales como He – Man, ThunderCats, Halcones Galácticos; y se permitían sonreír con la Pantera Rosa, el Inspector Gadget, los pitufos.

Y sintonizando otro canal, en esas increíbles primeras teles con control remoto, se comienza a hablar de un dios llamado Diego, que derrotaba jugando al fútbol a las grandes potencias del mundo.

En la adolescencia, queriendo de a poco crecer pero sin renunciar del todo a ser niño, aparece la rebeldía, y con ella los súper héroes de los dibujos animados se transforman y dejan su lugar a los ídolos de las grandes bandas de música que suenan en los casetes TDK, grabados una y otra vez. Y de pronto, aparece un pequeño disco brillante que con la luz se volvía multicolor, que sonaba y sonaba, llegando así el CD.

A su vez las salidas mas divertidas eran ir a los videos juegos, al potrero a “jugar a la pelota”, o salir a andar en bici a la vereda. Y alguna noche de fin de semana, ir a bailar. Los varones de pelo largo con pequeños aros en sus orejas, y las chicas tiñendo sus cabellos de los colores más osados y luciendo sus pequeñas mochilas.

Comunicarse con amigos era hablar por el teléfono fijo, estando siempre pendiente del tiempo de la llamada, por la cuenta que luego llegaría. O escribir una carta en papel, para luego enviarla por correo, esperando ansiosamente la respuesta varios días después.

Todo esto sucedía camino al año 2000, atravesados por la década de un presidente con patillas, que decía “siganme, que no los voy a defraudar”, mientras comía pizza con champagne.

Ya el niño de la década del 80 cursa los veinte años de vida, va queriendo transformarse en adulto sin dejar de ser del todo adolescente, va queriendo crecer, salir al mundo..

Y de pronto, crisis, corralito, patacones, cacerolazos, cinco presidentes en dos semanas. ¡Confusión, confusión!

Paralelamente, en cada esquina aparecen unos nuevos negocios llamados cybers, lugares que parecían de otra dimensión, con especies de máquinas de escribir con pantalla, que en unos cuantos clicks permitían acceder a gran cantidad de información y encima como en un acto de magia se abría una ventana y se chateaba con gente en el otro lado del planeta y verlas por diminutas cámaras. Y además los celulares, que ya no hacía falta estar en casa para hablar por teléfono, y además…

Joven nacido en la década del 80, ¡bienvenido a la era digital!

Y como si esto no alcanzara, la tarea de acercarse a una aventura misteriosa, llena de obstáculos, mundo del que se escuchaban frases como: lleva el CV pero seguramente mucho no te va a servir, mejor habla con uno, fijate si aquel otro te puede contactar, o capaz ese otro te hace entrar. Frases que hacían parecer una tarea titánica conseguir un trabajo, en la que casi nada dependía de uno para ingresar al mundo laboral.

Y mientras tanto ese joven que lleva consigo las marcas subjetivas de su propia historia de vida, deja la casa de papá y mamá y se muda con su pareja. Llegan los primeros hijos.

Y de pronto, un niño no se puede quedar quieto, no puede frenar, y sus padres no saben qué hacer con él: “No hace caso porque es muy inquieto, ¿cómo le pongo límites?”

Y de pronto, otro niño no tiene con quien hablar, ni sus padres ni maestras lo escuchan. Sufre, se angustia y se siente solo, confundido. Y sus padres manifiestan: es demasiado callado y vive en su mundo, ¿cómo me comunico con él? Le va mal en la escuela, y no quiere estudiar, ¿qué hago para ayudarlo?

Y de pronto, con mi pareja no estamos bien, ¿seguimos estando juntos bajo el mismo techo por los chicos, o nos separamos?¿cómo criar a un niño?

¿Cómo ser padre, cómo ser madre? ¿Cómo ser hombre? ¿Cómo ser mujer?

¿Cómo ser uno mismo sin perderse en el camino?

Y de pronto, un sujeto siente dolor y se angustia sin saber bien por qué, surgen sin motivo aparente pérdidas de todo tipo: vinculares, afectivas, laborales y materiales.

Y de pronto, ese niño nacido en la década del 80 se encuentra en el consultorio, en un espacio de atención psicológica, preguntándose sobre las vicisitudes de vivir en la Argentina, cursando los 40 años de edad en pleno siglo XXI.

Texto: Lic Germán A. Rothstein

Contribución en diseño plástico: Marisol M. (Chile)


Firmado por: SAFE CREATIVE, S.L.. A fecha: 23-sep-2017 1:33:44 UTC
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2 comentarios en ““Y de pronto… pequeña crónica de una generación”

  1. Que genial que tantos espiritus generosos hayan dedicado decadas de su preciado tiempo a estudiar este vivir humano y poder proveernos herramientas para poder conocernos, conocer el entorno,construirnos como seres irrepetibles y sanar tantas situaciones dolorosas que moldean nuestra conducta sin darnos cuenta.

    Gracias Licenciado por este espacio tan interesante para la reflexion sanadora. Sin duda, sos otro ser generoso de esos como todos los que fueron abriendo camino que mencione' antes. Gracias gigantes!

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