Día a día, frente a diferentes situaciones que acontecen en nuestras vidas, intentamos no perder el equilibrio. Pero frecuentemente nos encontramos sin darnos cuenta, o sin poder evitarlo, en la cornisa.

En esos momentos aparece la desesperación por intentar no caer. Pero a veces, es tan fuerte la atracción hacia el vacío, que resulta irresistible para algunas personas la repetición que los arrastra hacia un nuevo tropiezo, una nueva caída.

Niños que no pueden frenar y responder a las exigencias de un sistema educativo.

Niños que les cuesta socializar, no pudiendo conectarse y jugar con sus pares.

Niños que sienten hambre, pasan frío, y no tienen cubiertas sus necesidades básicas.

Niños que padecen, que sufren, niños vulnerables.

Niños que juegan, y se ilusionan.

Niños que sonríen, gigantes super héroes que con sus poderes derrotan a los villanos, se vuelven veloces con sus autitos, juegan a la casita construyendo desde su fantasía un hogar y una familia feliz.

Niños, pequeños gigantes, lúdicos equilibristas en una realidad que no siempre con ellos es tolerante.

Adolescentes que quieren comportarse como adultos, intentando sentirse grandes ante las pseudo realidades que venden los medios de comunicación.

Adolescentes confundidos creen que para “poder ser alguien” hay que obtener de “la manera que sea” aquello que el mercado vende como indispensable.

Adolescentes que sufren, porque en su interior siguen siendo un poco niños, y todavía necesitan jugar, ser contenidos y sostenidos por sus padres.

Adolescentes, sienten que sus cuerpos cambian, hormonas entran en ebullición, un mundo interior que se siente distinto ¿hacia donde ir frente a tanto cambio y confusión?

Adolescentes sienten frustración, tristeza, enojo… pierden el equilibrio, cayendo hacia el vacío. Realidad tenebrosa, sensación de angustia insoportable, desbordes y cortes en el cuerpo, búsqueda de ayuda para intentar comenzar a nombrar tanto sufrimiento.

Adolescentes que adolecen, intentando equilibrarse y no caer. Sensaciones de ser niños, queriendo ser grandes, sensaciones de ser grandes sin querer dejar de sentirse como niños.

Muchachos, que valientes equilibristas!! ante vaivenes de sensaciones, sensaciones que van, sensaciones que vienen.

Adultos abarrotados de tensiones que los desbordan, sienten que no pueden, se estresan, sufren y padecen ante un mundo de responsabilidades que feroces parecen.

Adultos que el mundo les propone “ser grandes” cumplidores de lo establecido y de las exigencias de “cómo deber ser”.

Adultos se sienten pequeñitos… muy pequeños seres ante la apabullante realidad que los rodea.

Adultos que se sumergen en sus emociones, sensaciones de alegría y placer. Sentires de angustia y ahogo.

Adultos que pivotean en sus sentires. Sentires de ilusiones, y enamoramientos, de desengaños y abandonos, ante un mundo de vínculos cada vez más efímeros.

Intento de ser fiel y tener pareja, frente a una realidad que en numerosas ocasiones nos devuelve des-encuentros, personas que se marchan, otras que llegan.

Sexualidad que se banaliza despojada de un sentir, des-encuentros a la orden del día.

Adultos, que intentan ser grandes equilibristas entre las responsabilidades de una exigente realidad y un sentir que se acomoda y re acomoda. Ilusiones rotas, corazones emparchados. Nuevos encuentros, ilusiones y enamoramientos.

Sujetos del siglo XXI, equilibristas ante el circo de un mundo loco y superficial que nos rodea, imágenes que se valoran más que sentir- es.

Equilibrios del ser, malabares del sentir en un mundo interno que sufre.

Desequilibrios y tropiezos que nos invitan a caer, subjetividades que padecen ante el riesgo de fragmentarse, pero una y otra vez aparece en el horizonte una posibilidad de re – equilibrarse.

Valientes equilibristas de la vida, adelante! que nunca se apague esa voz de esperanza y ese deseo inagotable en su lucha diaria y constante.

Lic Germán Rothstein

Contribución en diseño plástico: Marisol M. (Chile)
https://marisolm-arte.blogspot.com.ar/

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