Palabras van, circulan en los discursos… palabras vienen, suenan y resuenan entre bocas y oídos.
¿Cuáles serán sus sentidos?
Una palabra puede ser significada de diferente manera, según quién la dice… según quién la escucha.
Al decir de Lacan: “Uno puede saber lo que dijo, pero nunca lo que el otro escuchó”.
Algunas palabras, según el contexto y el grupo en el que circulan, son teñidas de ciertas significancias, influenciadas por los códigos y complicidades que entran en juego.
“No puede ser… ¿¡eso dije?!”
Se puede diferenciar entre “aquello que se quiere decir” y lo “que se dice”.
Sigmund Freud, en su escrito “Psicopatología de la vida cotidiana”, hace referencia a las equivocaciones orales, más conocidas como “Lapsus”. El lapsus consiste en reemplazar una palabra que uno quería enunciar por otra, perturbación del discurso que no se da por la influencia de contacto entre sonidos, sino pensamientos exteriores a la oración, manifestaciones del orden de lo Inconsciente.
¿Qué tan poderosa puede ser una palabra?
¡Muy poderosa!
Cuando un paciente arriba al consultorio, la palabra cobra diversas formas, tonos y sonoridades. Emociones contenidas y sentidas salen a la luz en diversas formas: frustraciones, enojos, angustias, y también alegrías (no todo es padecer en una sesión).
A modo de estrellas fugaces, destellan lapsus y chistes.
Y cuando el relato se vuelve demasiado tenso, hace su aparición el inteligente juego discursivo del sentido del humor.
En el transcurrir de un tratamiento, la palabra del analista abre pregunta en el mundo interior de un paciente, mostrando que es posible elegir desde su deseo y vivir sin necesidad de un constante padecer.
“La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tan tranquilizador, tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas” (Sigmund Freud).
En ocasiones, síntomas en el cuerpo de un paciente que no presentan origen orgánico, desaparecen a partir de las intervenciones del analista.
¡Por el poder de la palabra!
Poder de modificar el dolor del mundo interior de un sujeto, dolor interno que “habla y se hace carne en el cuerpo”.
Texto: Lic. Germán Rothstein.
Imágenes: Pixabay.
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Qué buenos conceptos..reales ..!!!
A todos los políticos le deberían REGALAR estos escritos o libros o folletos, para que se les haga carne y los apliquen en todos los discursos Y LOS PONGAN EN PRÁCTICA,EN SUS VIDAS Y LOS PONGAN EN PRÁCTICA!!!!!!!!