Invitados a fiestas no elegidas… su entrada incluye crisis de diferentes sinsabores a ser padecidas.
Gobiernos de diversos países te invitan a ponerte tu mejor vestido, verás un despliegue mediático… combinación de maravillas, tragedias, terrores y ficciones, gran pantomima que maquilla pero no brilla.
Día a día te ofrecen variadas «fiestas»: laborales, académicas, vinculares (familiares, amigos, esa persona que te gusta, etc.), teniendo la sensación que no puedes decir que no a esa escena propuesta por otro. Pero ten en cuenta: siempre es válido elegir y tener la libertad de cambiar de celebración.
Y luego, aparecen esos anfitriones que te dicen: si eliges mi fiesta, debes usar mi camiseta y defenderla a ultranza, ante cualquier diferencia o crítica. Aquello que no avisa ese “patrón disfrazado de anfitrión”, es que cambiará las reglas, habiendo detrás de la decoración de su salón otro guion… un pueblo sufrirá y una realidad dolerá.
Esa fiesta no huele bien… ¡apesta!
Se agrava el problema cuando esos “representantes mediáticos del decir popular” se compran la “fiesta propuesta”, y al ponerse la bandera se olvidan de mirar más allá de la decoración, esos groseros cambios de dirección.
Teatro para un pueblo, que de a ratos parece ingenuo, pero se sacude y despierta harto de sufrir maltrato.
La buena noticia que no te cuentan, es que a pesar que hay escenas que no se eligen y te atraviesan… puedes armar «tu propia fiesta dentro de su fiesta», siendo tú el director de orquesta… tu propia música te permitirá pensar y escuchar-te… elegir y celebrar-te.
Claro… será una fiesta con pocos invitados y no responderá a la moda. Y eso que parece terrible es la base de elegir, construyendo poco a poco tu pequeño gran universo:
«Abres los ojos al son de tu música interior… cosquillas recorren tu cuerpo y tus ojos brillan ¡es el deseo que comienzas a descubrir!
Despiertas con miedo, pero… anímate ¡puedes ser el personaje principal de tu historia!
Tus pensamientos juegan en tu mente y los escuchas.
Te excitas al sentir… sentir-es de deseo, pasión y libertad».
Así queda planteada la invitación: ¿te animas a ser tu propio director de orquesta dentro de tu fiesta?
Texto: Lic. Germán Rothstein.
Imagen: Pixabay.
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