“Des-dibujada: una letra silenciada”

“Todas íbamos a ser reinas,
y de verídico reinar;
pero ninguna ha sido reina
ni en Arauco ni en Copán…”

Gabriela Mistral: Fragmento de la poesía “Todas íbamos a ser reinas”.

                Una madre se comunica de manera desesperada, pidiendo un turno con urgencia.

                En la entrevista inicial, expresa: “Mi hija fue abusada de sus 7 a 14 años por un primo de la familia paterna. No me lo dijo porque le daba vergüenza, y tenía miedo de romper la familia. Yo me entero porque ayer me dejó una carta sobre la mesa, escrita en computadora, con un discurso impersonal, como sin emociones. No puedo creerlo, no entiendo cómo no pudo contarme antes, si siempre hablamos.  ¿Cómo ayudo a mi hija?

                Además, ella se lastima la piel (se escarba), está sucia (problemas de higiene), tiene sobrepeso, y es el chivo expiatorio en los grupos (se entrega a que la agredan).

                Su padre nunca estuvo, no está y no le cree. La trata de exagerada, mentirosa, que quiere llamar la atención”.

                “H” es una adolescente de 16 años, al llegar al consultorio se muestra ansiosa, nerviosa y con necesidad de expresarse.

                Relata  situaciones de su abuso, con un discurso carente de emociones: “Escribí la carta que copié y pegué de internet, y fue descomprimir una situación, solo un mal momento. A mi mamá le duele más que a mí, y siento que desde que se enteró, me tiene lástima”. “Me bañaba poco antes de decirlo, estaba sucia, ahora que lo dije me baño”.

                Surge algo de enojo al referirse a su padre: “las cosas son así, vivimos toda la vida sin un padre. Me hubiera gustado que se hiciera cargo, que me creyera, tener un padre”.

                “Además, a mí las cosas nunca me salen bien, siempre hay algo que falla (¿sentirse fallada a sí misma?). Por ejemplo me tuve que cambiar cada dos años de escuela, además de las distintas mudanzas de casas”.

                Se le señala a “H” su necesidad de descarga, de “vomitar” variados sucesos que la descomponen: “Si vomitas así, es evidente que te debes comer todo lo que te pasa, te cuesta decir lo que sentís”.  Palabras en serie, en modo neutro, escisión emocional de sus decir-es.

                Luego de este primer encuentro, el tema del abuso “cae” del discurso de “H”, comenzando a atravesar otras temáticas.

                Insiste una y otra vez en las siguientes semanas en la interpelación a su padre, sustentada en la ilusión de encontrar una mirada paterna sana:

                “Hablé con mi papá, pero me dice que miento, que siempre exagero en todo. Tal vez por eso soy un manojo de inseguridad”.

                “Yo nunca me sentí identificada con mi papá, quiero cambiarme el apellido”. “Lo voy a empezar a llamar por su nombre (“F”), no se merece que lo llame padre.”

                “Desde que era chica, a lo único que me llevaba “F” era a comer hamburguesas, y me compraba la cajita feliz”. ¿Intento de comprar materialmente un rato de felicidad con su hija? Cajita feliz… ilusorio contraste con la vida real y cotidiana.

                Comienza a aparecer en “H” de manera recurrente el enojo y la angustia en relación a un padre borrado, que ella misma borra progresivamente también de su discurso, al poder registrar sus propias emociones.

                “Me encontré con “F” a escondidas, sin decirle a mamá, hice un intento más, pero me trató de mentirosa y se puso en víctima”. Desde ese último intento fallido de encontrase con un padre,  “H” corrobora la inexistencia del lugar de padre, volviéndose inexistente en su discurso en las siguientes sesiones.

                En el transcurrir del tratamiento, en una de las entrevistas “H” trae una carpeta con un montón de dibujos suyos, de diferentes momentos de su vida y los despliega sobre el escritorio.

                Le propongo ordenarlos y que diga aquello que tienen en común. Ante esto, se queda en silencio, “H” se queda muda, como no sabiendo que decir.

                Le señalo: “Ninguno de tus dibujos tienen cara, muchos están de espaldas, con el cuerpo tapado”.

                “H” luego de un corto silencio, responde: “es que no me salen las caras”. Intento de justificación racional, que da cuenta de su escisión emocional. Los rostros representan aquello singular y distintivo de los seres humanos. Una cara… a modo de huella dactilar, de nombre propio, constituye una referencia directa a la singularidad, a la identidad.

                Se abre como pregunta: “¿de quién hablan estos dibujos? Un cuerpo tapado, una cara borrada… ¿quién se siente des-dibujada?”

                “H” abre sus ojos grandes… ojos de sorpresa, se queda nuevamente en silencio. Momento de quiebre en el tratamiento, se hace marca en la paciente, quién comienza a “decir sus emociones”.

                “¿Por qué dibujarme con todo lo que me pasó?”

                “Es como superficial lo que dibujo, no me doy cuenta cuando las cosas me duelen…  no puedo estar mal nunca, siempre tengo que hacer reír a los demás”.

                “Además, mira… me lastimo sin querer, inconscientemente escarbo en mi piel… me dan ganas de lastimarme sin querer”.

                “No me gusta mi cuerpo, mi frente, mis granos, mis rodillas, mi panza, no acepto mi cuerpo” (Cuerpo no aceptado, pero nombrado).

                “H” nombra su piel, su cuerpo marcado y escarbado (“¿en busca de qué?). Cuerpo no mirado, maltratado y abusado, comienza a ser nombrado. Nombrar el propio cuerpo, hace posible apropiarse del mismo.

                En los sucesivos encuentros, “H” inicia la reconstrucción de su historia, trayendo semana a semana diferentes contenidos:

                “Estas son mis fotos desde que soy chica”. 

                “Esta semana me junte con amigas, y estuvimos hablando de los árboles genealógicos, ¿vos sabes qué es eso?”.

                “Estoy cansada de que tod@s me cuenten sus problemas, yo también tengo los míos”. (Borrada en sí misma, rayada por otr@s).

                “Sabes algo Germán, desde que me dijiste que me dibuje, estoy implementando el decir las cosas que siento”.

                “H” muda de emociones y pasiones, “H” silenciada de deseo. La fuerza de sus decir-es le permite historizarse, apropiarse de sí misma.

                Si escribir es dibujar la letra… nombrarse es empezar a dibujarse.

                Decir para conectarse con su sentir, con su cuerpo… decir para ser.

Texto: Lic Germán Rothstein

Texto introductorio: Gabriela Mistral. Poesía “Todas íbamos a ser reinas”: http://www.gabrielamistral.uchile.cl/poesia/tala/saudade/Todas.html

Contribución Gráfica Portada: Marisol M. (Chile)

Dibujos realizados por “H”

Firmado por: SAFE CREATIVE, S.L.. A fecha: 24-may-2019 1:39:04 UTC Este documento se ha registrado y almacenado en Safe Stamper con código de verificación 190524-MEFSMQ y puede ser validado en la dirección https://www.safestamper.com/certificate/190524-MEFSMQ?locale=es

10 comentarios en ““Des-dibujada: una letra silenciada”

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