
“Sueños de migración”
Cuando el mundo exterior se agita, el interior convulsiona.
Crisis sociales, políticas y económicas a repetición, tiñen de dolor el entorno. Como respuestas históricas, se han producido movimientos migratorios, en busca de una «mejor vida».
¿Nacer en un suelo garantiza pertenecer?
“Ser patriota” parece una frase de antaño, que entra en vigencia en épocas de mundiales de fútbol.
El «sentirse parte» se construye en la historia de los pueblos, mostrando los dirigentes confiabilidad y garantía en sus palabras, las que se ven respaldadas por sus actos.
Pero si recurrentemente aparecen crisis económicas, inseguridad, corrupción y mentiras, poco a poco el descreimiento se torna protagonista.
Van cambiando los partidos gobernantes, con modelos que prometen «salvar la situación». Pero estas palabras no reflejan la inminente nueva caída, a modo de un «déjà vu» leído en algún manual de historia.
Ante la sensación de «sentirse atrapados», resuena un dicho argento: «la única salida es Ezeiza (aeropuerto internacional)».
La migración, aunque desencadenada por una crisis colectiva, es también un acontecimiento vital y subjetivo. La decisión de partir, también puede ser impulsada por un conflicto que la persona cree poder dejar atrás al cambiar de geografía, en su fantasía de romper simbólicamente con el clan o la estructura familiar de origen que se percibe como asfixiante. Sin embargo, este conflicto personal no resuelto a menudo se reactiva o se manifiesta de forma distinta en el nuevo entorno.
Migrar: emigrantes e inmigrantes
La migración describe el movimiento general de personas de un lugar a otro, abarcando un ciclo que incluye la partida, el tránsito, la entrada en el país de destino y el eventual retorno. La emigración se define desde la óptica del país de salida: es el movimiento que realiza una persona desde su país de nacionalidad o residencia habitual hacia otro, centrándose en los factores de expulsión que motivan la decisión.
La inmigración se determina desde la perspectiva del país de llegada: es el acto de trasladarse a un país distinto para establecer una nueva residencia habitual.
La evidencia histórica reciente, especialmente durante la crisis migratoria en Europa, ha revelado que miles de personas que han emigrado de zonas conflictivas, fallecieron antes de adquirir el estatus de inmigrantes en los países europeos. Esto subraya una realidad jurídica y existencial: hasta que un emigrante no llega y se establece, su condición es de limbo.
Esta frontera legal se correlaciona con un estado psíquico de máxima vulnerabilidad. El individuo en tránsito se encuentra en un espacio de transición, donde la identidad previa ha sido abandonada, pero la nueva identidad (inmigrante reconocido) aún no ha sido sancionada por la realidad social y legal.
Esta falta de anclaje, o ser «perdido en el espacio y en el tiempo», intensifica la angustia y el temor inherentes al trauma migratorio. El sujeto se enfrenta a una disolución temporal de su marco de referencia, anticipando el duelo sin haber encontrado aún un nuevo soporte.
Despedida
“Chek in time”, puerta de entrada a una nueva etapa.
Personas importantes acompañan hasta el último momento, en un revuelo de emociones encontradas, humedecidas con lágrimas derramadas. Todos se funden en interminables abrazos de contención, intentando “retener un poco” de ese ser amado que está a punto de partir.

Ser Capital Humano
La percepción y el valor que el mercado laboral atribuye a los inmigrantes se ha ido modificando a lo largo del tiempo, lo cual incide directamente en la integración y el bienestar psicológico.
A principios del siglo XX, las migraciones internacionales estaban caracterizadas por un fenómeno de selección positiva. Los emigrantes tendían a poseer un capital humano superior (motivación y habilidades) al de sus pares nativos en los países de acogida.
Esta tendencia ha desaparecido.
La migración contemporánea se ve ahora caracterizada por la selección negativa, consecuencia de los movimientos económicos y demográficos actuales. Aunque el nivel de estudios del inmigrante pueda haber mejorado, el valor relativo en el mercado de trabajo ha disminuido drásticamente.
Las sociedades autóctonas de acogida han mejorado su capital humano más rápidamente, generando una brecha que sitúa al inmigrante en una posición de desventaja competitiva.
La migración se lleva a cabo con la expectativa manifiesta de una mejora en la calidad de vida y realización personal, que al no cumplirse lleva a una frustración que hace marca, generando una profunda herida narcisista. El sujeto se siente devaluado por la pérdida del estatus social que poseía en su país de origen, al “no poder sentirse parte” en el país de acogida, lo que agrava el proceso de duelo (características de cronicidad) y dificulta el fortalecimiento del Yo.
Vuelos de ilusión
Despega el avión, sacudiendo sueños y miedos, en un cóctel teñido por la ansiedad e incertidumbre que genera pisar el nuevo mundo.
“Aterrizar de la ilusión», al empezar a caminar la «extranjeridad», desde algún lugar siempre duele.
«Acá es todo más seguro, y que no haya inflación parece increíble, a veces me siento tentada de llevar una oferta por si aumenta. Igual no todo es tan fácil, se extraña». «¿Si volvería a pesar de extrañar? Ni loca, prefiero seguir acá».

Conexiones sentidas
Una herramienta importante que acerca al país de origen es la conectividad vía internet, permitiendo sentir «cercanía ante tanta lejanía», compartiendo «ricos mates virtuales» con esos vínculos importantes.
Además, habilita comenzar o continuar tratamientos psicológicos, que se tornan fundamentales para acompañar y sostener a aquellos que lo necesiten, en este complejo proceso de transición en la adaptación a una “nueva vida”.
“Aterrizaje en la patria interior”
En épocas de corrientes migratorias, se sufre la ausencia de esas raíces culturales con las que se crece, siendo el desafío “construir la propia patria» en el mundo interior.
Edificación que implica renuncias y duelos, crecimientos gigantes ante retos impensados de afrontar, sostenidos desde un gran esfuerzo.
Al tiempo aparecen los primeros logros, «mimos en la extranjeridad», combustible para continuar adelante.

Crecer no es fácil, perseguir los sueños y concretar lo deseado lleva esfuerzo, pero es posible.
¡A seguir caminando mundo, queridos migrantes!
Texto: Lic German Rothstein.
Imágenes: Pixabay e IA.
Investigación Bibliográfica: Gemini IA.


