«Risas del Inconsciente»

La risa y el humor son fenómenos universales que atraviesan todas las culturas y épocas, constituyendo una parte inherente de la experiencia humana.

Para el psicoanálisis, la risa no es un simple acto reflejo, sino una ventana fascinante a los intrincados mecanismos de la mente inconsciente, revelando verdades ocultas, deseos reprimidos o tensiones subyacentes que de otro modo permanecerían inaccesibles.

“Mundo complicado, humores sentidos”

El mundo externo y sus atravesamientos impactan necesariamente en cada habitante del planeta, siendo imposible aislarse.

Pero ante esta presión y bombardeo de locura incesante, existe un mecanismo de defensa altamente valioso y maduro: el sentido del humor. Freud lo consideró la “manifestación más elevada e inteligente de adaptación del individuo”. Permite enfrentar situaciones estresantes o dolorosas, reinterpretando los eventos adversos de una manera más ligera.

La función principal del humor es el «ahorro de displacer». Posibilita a un individuo «saltarse mediante una broma la posibilidad de tales exteriorizaciones de sentimiento». Es una forma única de «negación de esa realidad» (no la niega haciéndola desaparecer, sino disfrazándola con gracia), donde el yo afirma su triunfo, representando una victoria del «principio del placer sobre el principio de realidad».  

El «ahorro de displacer» en el humor es una maniobra psíquica activa, una reasignación de energía psíquica del Yo al Superyó. Esto implica una sofisticada negociación interna donde el Superyó, tradicionalmente visto como un crítico interno severo, puede adoptar un papel benevolente y protector, demostrando la naturaleza dinámica y flexible de las estructuras psíquicas para afrontar la realidad. Es como si el Superyó «hablara de manera tan cariñosa y consoladora al yo amedrentado», asegurándole que el mundo, a pesar de sus peligros, es simplemente «un juego de niños, bueno solo para bromear sobre él».  

Freud ilustró esto con el ejemplo del prisionero en la horca un lunes, quien, enfrentando una muerte inminente, bromea: «¡Linda manera de empezar la semana!». Este humor negro no es una negación de la realidad de la muerte, sino una negativa desafiante a ser abrumado por su terror, demostrando la capacidad del yo para trascender el sufrimiento a través del ingenio.  

Los mecanismos de defensa maduros implican una compleja interacción entre las instancias psíquicas, donde la energía puede ser estratégicamente redirigida para mantener el equilibrio.

“El poder del humor”

Reduce la tensión, la ansiedad y el estrés. Fisiológicamente, el efecto sorpresa de la comedia «activa el sistema límbico y el hipocampo», lo que lleva a la descarga de neurotransmisores beneficiosos como la serotonina, la dopamina y las endorfinas. Esta cascada neuroquímica contribuye a un mejor estado emocional, disminuye los niveles de cortisol (la hormona del estrés) y fortalece el sistema inmunológico.

Psicológicamente, constituye así un “espacio seguro” (el marco humorístico) dentro del cual la realidad puede ser procesada y aceptada, reduciendo su amenaza inmediata. Paradoja de operar en un doble nivel: una “negación” superficial que permite un alivio emocional inmediato, y una “aceptación” más profunda que facilita la adaptación a largo plazo, constituyendo un desapego psíquico momentáneo.

“¿El Chiste: un arte de burlar?”

El chiste trasciende la mera anécdota graciosa, siendo una sofisticada operación psíquica con el propósito de una “ganancia de placer”, por su capacidad única para “burlar la represión”.

Al hacerlo, levanta temporalmente el velo de la censura, habilitando que deseos, pensamientos o sentimientos reprimidos afloren a la conciencia, aunque sea por un instante. El placer que se experimenta con un chiste, por lo tanto, es directamente proporcional al “gasto psíquico ahorrado” (la energía que de otro modo se consumiría en mantener la represión de estos contenidos prohibidos).

En algunas personas al escuchar un chiste no surgen risas, sino sensaciones de incomodidad o angustia, no soportando la irrupción de ciertos contenidos reprimidos que rompen lo establecido como «correcto por las normas sociales». Esto se debe a su rigidez en relación al “deber ser”, activándose sus diques psíquicos con sentimientos de vergüenza, inmoralidad y asco.

“Obreros del chiste”

Freud identificó dos operaciones para la creación y comprensión de los chistes, que el inconsciente emplea para eludir la censura: la condensación y el desplazamiento. El chiste, explota la estructura misma del lenguaje (su ambigüedad y materialidad) para permitir que el contenido inconsciente aflore.

Condensación: fusión de dos o más palabras, conceptos o ideas en una sola palabra o representación nueva. El inconsciente a menudo se centra en la materialidad de las palabras (su sonido, forma o similitudes fonéticas) en lugar de únicamente en su significado convencional. Ejemplo: ¿Qué le dice un pez a otro? Nada” (condensación de la palabra “nada” y la acción de nadar). Este “cortocircuito” lingüístico es precisamente lo que “pilla desprevenida a la represión”.

Desplazamiento: Es una forma de expresar algo indirectamente, transfiriendo la carga emocional de un tema sensible a uno menos amenazante. Ejemplo: “¿Qué le dice un libro a otro? ¡Qué caras duras!”. Se desplaza el significado de “caras duras” (personas sin vergüenza), al contexto de las tapas de los libros.

“Risas contagiosas”

Un chiste rara vez es un esfuerzo solitario. Freud, identificó tres “actores” esenciales en la dinámica completa de un chiste: la persona que lo cuenta, la persona a quien va dirigido (de quien habla el chiste) y una “tercera parte” crucial que lo escucha.

La necesidad de una “tercera persona” para el efecto completo del chiste y la “ganancia de placer” sugiere que la “liberación de energía psíquica” requiere validación social.

“¿El sentido del humor es chiste?”

Tanto el chiste como el sentido del humor, tienen como objetivo manejar la tensión psíquica, ya sea a través de una “ganancia de placer” directa o un “ahorro de displacer”.

Si los chistes individuales expresan contenido reprimido y el humor ayuda a los individuos a afrontar la realidad dolorosa, entonces las expresiones colectivas de humor (memes, sátira política, stand-up) pueden verse como una manifestación social de estas mismas dinámicas psíquicas. Proporcionan una salida “socialmente aceptable” para ansiedades, hostilidades o deseos colectivos que de otro modo podrían conducir a formas de expresión más disruptivas. La risa compartida crea “cohesión y un sentido de unidad”, sugiriendo una descarga psíquica colectiva y un proceso adaptativo.  

Puede pensarse así que, en la cotidianidad del siglo XXI, transitan personas abrumadas por un contexto socioeconómico que no da respiro, hiperconectadas y sobre estimuladas.

Ante esta vorágine, ¿es posible darse el tiempo de espera para contar un chiste?

Cada vez se escuchan menos chistes para ganar placer (mundo interior), cobrando un papel más relevante el sentido del humor como un mecanismo de supervivencia psíquica, haciendo menos costosa la realidad (mundo exterior) con su ahorro de displacer.

Lic. Germán Rothstein

Imágenes: IA

Referencias Bibliográficas:

S. Freud, “El chiste y su relación con lo Inconsciente” (1905)

S. Freud., “El humor” (1927)

Facebook
LinkedIn
Email
WhatsApp
X
Threads

Translate »
error: Content is protected !!
Scroll al inicio