En los seres humanos, a nivel corporal, aquello que marca la frontera con el mundo exterior es la piel. Esta última muchas veces da muestras de algo que duele internamente, a partir de brotes y marcas porque eso no dicho se hace síntoma.
Además, existen otras “pieles” que se muestran día a día, y que conforman la vestimenta.
Esas “pieles sociales” que acompañan en los distintos ámbitos y momentos, habiendo una piel para cada ocasión:
- Pieles climáticas: abrigan en invierno, y permiten sentirse fresco y liviano en verano.
- Pieles tecnológicas: comodidad y confort al momento de realizar actividades deportivas.
- Pieles de marca: intento de pertenencia a un estatus social, siendo “marcados” para pertenecer.
- Pieles de pertenencia: por modas o tribus sociales (utilización de determinada vestimenta como símbolo de identificación grupal).
Los habitantes del siglo XXI, se encuentran rodeados de variadas prendas de vestir a ser consumidas, impuestas por el mercado. Siendo harto difícil cuestionar el poder del sistema, a la hora de elegir la ropa a ser usada. Y aquel que se viste distinto, se lo suele mirar como “raro”.
Pero es momento de pensar en un desafío, y atreverse a mirar más allá de las pieles y las modas. Y así, poder distinguir detrás de estas al ser que siente, piensa y sufre. Descubrir a esa persona, conectándose a través de la comunicación e intercambio.
En conclusión, ver siempre más allá de la apariencia para poder sentir y vincularse.
Texto: Lic. Germán Rothstein.
Imágenes: Pixabay.
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