“Ser diferente”

           

            Un individuo desde su nacimiento se ve expuesto a constantes comparaciones, que se agudizan en la niñez y adolescencia. Exigencias de un «ser como», teñido de un falaz y superficial éxito, marcado desde el mercado como un ideal a aspirar para pertenecer.

            En esta ecuación, adquiere también gran peso el «tener». Si no puedes adquirir determinado juguete, marca de ropa o celular reluciente, no eres lo suficientemente bueno.

“Señales de S.O.S” 

            Cuando la calidad del existir se basa y determina desde “el poseer”, la tristeza y el vacío se hacen poderosos. Como consecuencia, aparecen síntomas diversos de aquello que no se puede nombrar, en forma de cortes en el cuerpo, vómitos, ansiedad, depresión, impulsividad, inhibiciones, etc. Sufrimientos diversos, ruidosas señales de S.O.S.

            Nadie enseña (ni la escuela, ni los medios de comunicación) que esa desemejanza que desde pequeño hace padecer, da forma a las primeras preguntas de pedidos de ayuda: “¿Por qué no seré igual que? Así como soy nadie me acepta”.

A medida que pasa el tiempo, es esa discrepancia propia y original, la que permitirá crecer.

            Desarrollarse internamente es hacer valer lo personal, conectándose con aquello que uno siente. Cuando se logra dicha conexión emocional, «el tener» pasa a ser en algunos casos «un medio para » y en otros un «mero adorno».

Mirar-se diferente”

Al momento de relacionarse, la diversidad con el otro siempre aparece.

Un impacto en el mundo interno se genera al hacerse consciente la diferencia entre como una persona es vista por otro, y como se ve a sí misma.

¿Qué lugar darle a esa distancia entre la propia mirada y la ajena?

¿Cambios posibles?

Cuando la desemejanza con quien se tiene una conexión afectiva se pone de manifiesto, duele. La rigidez emocional se torna un factor perjudicial al momento de construir y crecer en un vínculo.

¿Es posible esperar que el otro cambie o hacerlo cambiar? ¿Es viable cambiar uno mismo?

En esa distancia entre lo esperado de otro y uno mismo, la flexibilidad emocional aparece como una importante herramienta, cediendo cada uno en la medida de su posible, sin que esta renuncia implique que una relación se torne poco sana.

            “Lo terrible de la diversidad: muy personal”

            A la sociedad le asusta un «ser diferente» que rompe lo establecido, siendo motor de un cambio posible. A este sistema impuesto, le da tranquilidad la creencia normativa y general: “es de ganador ser igual a”, borrando desigualdades. Reproducción de un  «normal aburrido”, que garantiza un «statu quo» poco sano pero tranquilizador de ciertos centros de poder.

            Es valioso escuchar la propia diferencia, transformando ese ruido de la niñez y adolescencia en un llamado para crecer y creer, haciendo marca con estilo y presencia, brillando desde la propia esencia.

Texto: Lic Germán Rothstein

Contribución Gráfica: Matías Thourte (Argentina)

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