“Adolescencia: caminos de dolor, caminantes del amor”

Entrando en la pubertad (desde los diez a los catorce años aproximadamente, caracterizada por cambios físicos en el cuerpo, que va alcanzando la maduración hormonal y sexual) y rumbo a la adolescencia (desde los trece a los veinte años aproximadamente, transcurre entre la niñez y la adultez, abarcando tanto cambios físicos como emocionales y sociales), algunos jóvenes expresan sentirse extraños, confundidos, sin saber hacia dónde ir, ni que rumbo tomar.

El adolecer se da en diferentes grados, recorriendo esta etapa cada sujeto según sus características propias, su infancia y aquello que le vaya aconteciendo en su desarrollo.

  A continuación, se abordarán sentires e historias de quienes más sufren.

 

Dificultades vinculares a nivel familiar y con sus grupos de pares, problemas para pertenecer.

Aparecen así los primeros interrogantes acerca de: “Esa persona me gusta, ¿qué le digo?”. La imagen corporal cobra un papel preponderante entre sus preocupaciones, ¿Cómo me veo?,  “Imposible gustarle a alguien, si ni siquiera me gusto a mí…”.

Jóvenes que comen cada vez menos, incluso algunos dejan de comer, apareciendo atracones y vómitos. Cabe preguntarse, ¿con qué se atracan, qué se les atraviesa? ¿Estarán vomitando comida o angustia y dolor que no pudo ser dicho, ni escuchado?

Caminos de dolor al intentar descubrir cómo acercarse y ser aceptados, caminantes que intentan gustar y gustarse.

 Aprender a vincularse, dejando de ser niños e intentando ser grandes, darse cuenta que las personas se ven distintas. Descubrir quién es papá y quién es mamá, cuando cae la ilusión que se tenía sobre ellos, y soportar esa realidad.

Darse cuenta que muchos vínculos duelen, la vida no es lo que se ilusiona. Sentirse vacíos y confundidos, nada de lo aprendido calma. Recurren en algunas situaciones las pastillas y el alcohol, para desconectarse de la realidad: “es como si me resetearan el CPU”. En otros casos los cortes en el cuerpo: “cuando me corto sale la sangre junto con todos los quilombos”.

Caminos vividos durante la infancia, locuras familiares que rodean, encierran y atrapan. Costo conocido que da miedo cambiar.

Nuevas rutas alternativas se vislumbran y pueden llegar a construirse, pero el temor a lo nuevo asusta. Caminos que cuestan y confunden, caminantes que adolecen.

 
 

Sensaciones de no tener un lugar, nadie entiende, se vuelve raro no encajar. ¿Cómo pertenecer, hacia dónde ir?

 “Vivir con mi viejo y su pareja es una mierda, mi trabajo es una mierda, la escuela es una mierda, me rodea la mierda, ¿dónde puedo ir para que no haya tanta mierda?”.

 Algunos se van por días a casa de amigos, otros buscan refugios con sus abuelos (grandes sostenes en la actualidad).

Búsqueda constante de un “mundo que se sienta bien”, adoleciendo esa “locura maloliente” de algunos adultos que los rodean, soñando encontrar lugares más sanos, que no apesten y huelan mejor.

El adolescente rompe desde su rebeldía aquello que el adulto ofrece como repetición de su historia; y a su vez denuncia lo que falta demandando amor. Necesidad de ser escuchado, mirado y sostenido en su singularidad, en un “acá estoy, intentando ser”.

Aunque los caminos parezcan oscuros y sin color, asomando una y otra vez el sufrimiento y dolor; es posible animarse a construir poco a poco desde el deseo y el amor, con creatividad, inteligencia, picardía y humor, fortaleciendo el propio mundo interior.

 
 

Texto: Lic Germán Rothstein

Imagen Portada: Gemini IA

Imágenes siguiente: Pixabay.

Firmado por: SAFE CREATIVE, S.L.. A fecha: 15-sep-2017 4:11:37 UTC
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Entrevista televisiva sobre la temática rebeldía en la adolescencia:

 
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