«Vaivenes de vida»

Ella tiembla, su contenido se enfrió.
Bordeando la esquina de la mesa se tambalea,
debilitando sus movimientos.
Conoce bien su peso, sin embargo desconfía de lo que puede pasar.
Porcelana con flores por fuera, té frío y dulce por dentro.
¿Qué puede pasar? ¿se dejará caer?
Quizás así encuentre algo de libertad, en la autonomía de la voluntad,
como dice Kant.
En los primeros vaivenes lo decide. Se desequilibra para dejarse caer.
Seguido desvaría en el aire anhelando intensidad.
Su peso, su contenido, tocan el piso en mil partes a la vez.
Generando el ruido final.
Texto y contribución plástica: realizad@s por paciente de 21 años, Mar del Plata, Argentina.

“Miradas que se van, ojos que siguen mirando”

«El sueño».
Sueño en la eternidad. Sueño cumplido de poder volver a mirar: sonidos, olores, sabores, texturas ahora tienen forma y color. Ver y sentir el amanecer, el atardecer, el arco iris.

Este texto surge a partir del pedido de una paciente que atiendo hace unos años en consultorio. Ella padece Mistenia Gravis, enfermedad neuromuscular autoinmune y crónica caracterizada por grados variables de debilidad de los músculos esqueléticos del cuerpo. Los principales síntomas son: visión doble, caída de párpados, debilidad en piernas y brazos, dificultad para hablar, tragar, y respirar.

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“Dragones, torres caídas y corazones partidos”

Dos lobos

Una mañana un viejo Cherokee le contó a su nieto acerca de una batalla

que ocurre en el interior de las personas.

Él dijo, «Hijo mío, la batalla es entre dos lobos dentro de todos nosotros».

«Uno es Malvado – Es ira, envidia, celos, tristeza, pesar, avaricia, arrogancia, autocompasión, culpa, resentimiento, soberbia, inferioridad, mentiras, falso orgullo, superioridad y ego.

«El otro es Bueno – Es alegría, paz amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad,

benevolencia, amistad, empatía, generosidad, verdad, compasión y fe.

El nieto lo meditó por un minuto y luego preguntó a su abuelo:

¿Qué lobo gana?”

El viejo Cherokee respondió: «Aquél al que tú alimentes.»

Leyenda Cherokee

Dragones, torres caídas y corazones partidos”

Se comunica telefónicamente la madre de un preadolescente de 12 años de edad, solicitando un turno para su hijo, a quién mencionaré como “D”.

Al encontrarse la agenda completa, le manifiesto que lo anoto en lista de espera. Ante esto, expresa: “ya no se qué hacer con mi hijo, estoy desesperada…!” (se quiebra, desbordándose en angustia y llanto). Coordino una primera entrevista con ella, dada la urgencia de la situación. Sigue leyendo