Ante una pregunta que duele, te quedas sin palabras.
Silencio sentido, mirada furiosa de enojo contenido,
mentiras abundan, códigos rotos, corazón partido.
Te enfrentas a la blanca hoja con el lápiz inclinado,
en intenso ritmo inundas la superficie de sombras circulares,
afinando la mocha punta del grafito gastado.
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