A nivel vincular, tanto hombres como mujeres desean encontrar el amor. Conectarse con otro, con una intensidad tal que el “resto del mundo desaparezca”. Pero en cuestiones del deseo, lo más anhelado, suele ser lo más alejado.
Los seres humanos se organizan desde tres categorías temporales: pasado, presente y futuro. Pero diversos factores internos impactan, alterando dicha organización cronológica.
Un sistema de comunicación está constituido por un emisor, un mensaje y un receptor. Además, canales comunicacionales y ruidos que generan interferencias.
Este esquema que a primera vista parece tan claro, no siempre resulta sencillo de llevar adelante en las relaciones interhumanas.
Las emociones entran en juego, cobrando diversas formas, tiñendo cada vínculo según las características de sus integrantes (extrovertidos, introvertidos, tímidos, desinhibidos, etc.).
A lo largo de la vida, se suele participar en diversas instituciones educativas, religiosas, políticas, económicas, artísticas, etc.
En cada una de ellas, se sufren diversos atravesamientos propios de sus características y objetivos, así como de sus vicios e inadecuados funcionamientos.
El poder, posee caras ocultas y manifestaciones visibles.
Un poder que se ejerce desde estratos muy altos y poco visibles a los ojos de los habitantes, muestra algunas expresiones sobre las que se depositan las quejas cotidianas, caras visibles conformadoras de grietas, para entretener al pueblo.
La historia social se construye a partir de relatos.
Esa famosa frase: «la historia es según quién la cuenta», remite a la construcción de «grandes verdades», invitando a las personas a tener fe en uno u otro discurso.
Estos «grandes relatos», pueden pensarse como intentos de «construir realidades» en quienes los consumen con ciegas creencias (sin cuestionar o reflexionar sobre lo propuesto), adscribiendo a ellos sin importar su veracidad, en un «acto de fe».