“Añoranzas: juego de semejanzas”

Al despertar, miro por la ventana: un mismo paisaje, pero algo ha cambiado.

                Calles vacías, autos casi no circulan. Silencio, una sirena lejana se escucha, la grabación de un coche de policía quiebra la monotonía:

“invitación amable del alto parlante a encerrarte en tus paredes, cuarentena mediante”.

                Tras el vidrio y en la lejanía, observo y me pregunto: ¿son personas o figuras pintadas de ausencia? Esperan por fuera de los negocios, con fría y temerosa distancia en largas filas que dan vuelta la esquina.

Enfoco mi mirada, refregando mis ojos incrédula-mente: blancos barbijos, guantes de látex multicolores.

                ¿Sigo dormido, o es esto un extraño acertijo?

                Preparo el desayuno, y se figura en mi mente una frase: “lo que me resulta familiar se volvió extraño”…  Sigmund Freud!  Grata compañía para un rico mate individual. Voy directo a uno de sus textos, que siento preciso para el momento: “Lo Siniestro”.   En mis ojos se dibujan algunas palabras del autor: “quisiéramos saber cuál es ese sentido esencial y propio que permite discernir, en lo angustioso, algo que además es siniestro. Sería aquella suerte de espantoso que afecta las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás. Lo siniestro se da frecuentemente cuando se desvanecen los límites entre fantasía y realidad; cuando lo que habíamos temido como fantástico, aparece ante nosotros como real”.

                Llega la hora de ir a comprar alimentos en los pocos negocios que aún se encuentran abiertos.

                Añoranzas… juego mientras camino las calles, buscando una y otra vez semejanzas.

                Personas con sus disfraces de protección y aislamiento,

                caminan lentas y distantes, como conteniendo su aliento.

                Cruces lejanos, vistazos de reojo, pupilas huidizas se pierden en la nada.

                 ¿Será contagioso abrazarse con la mirada?

                 A pesar de sentirse raro sigo extrañando

                aquellos encuentros sentidos del pasado cercano,

                de corazones y sentimientos estrechados

               que se funden en fuertes apretones de manos.

                Añoranzas, esperanzas, ¡mis deseos perduran!

                Continúo soñando que esto pasará, ¡y pronto se abrazará el pueblo hermano!

Texto: Lic Germán Rothstein

Bibliografía de Referencia: Freud, S. (1919). Lo Siniestro. Biblioteca Nueva. Editorial El Ateneo.

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